Internet de las cosas es un término que se refiere a los objetos físicos capaces de emitir datos a través de sensores, la red a través de la cual pasan estos datos, así como a las plataformas capaces de recogerlos y analizarlos. El internet de los objetos es inevitable, está asomando y cambiará todo.
¿Qué es el internet de las cosas?
Puede entenderse como una nueva forma de interactuar con los objetos, dice Eric Dosquet, director de innovación de Avanade,una empresa estadounidense de servicios digitales. Para Dosquet no hay límite a lo que se puede conectar colocando sensores en los objetos: Una vaca para detectar su calor, una almohada para medir la calidad del sueño de su dueño, una línea de producción para anticipar reparaciones futuras.
La prehistoria
Si bien la idea no tuvo nombre hasta el año 1999, ya existía en la práctica cuando Kevin Ashton en el MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts) la bautizó. El Internet de los objetos se ha desarrollado durante décadas. Por ejemplo, el primer aparato de Internet fue un distribuidor de Coca-Cola instalado en la Universidad Carnegie Melon a principios de la década de 1980. Los desarrolladores podían conectarse a la máquina a través de Internet, comprobar el estado de la máquina y determinar si podían contar con una bebida fría en caso de que decidieran bajar las escaleras.
El advenimiento del internet de las cosas
Algunos sectores se conectan más rápido que otros. Ciertamente ya hemos oído hablar de ciudades inteligentes, hogares conectados o salud monitorizada. Según el libro «The Internet of Things and Data», el sector del transporte debería ser el generador de valor más valioso de Europa, seguido de la salud, la vivienda y la industria.
Desde 2010, la investigación de mercado se ha superado a sí misma al anunciar contratos por valor de varios billones de dólares para la Internet of Things IO. Es como Internet en los años 90. La proporción es de 1 a 10 entre los diferentes estudios. Existe un problema de alineación con la definición de la IO y un optimismo que a veces es excesivo en comparación con la realidad del mercado, dice Dosquet.
Plataformas prontas
Se prepara el terreno en base a redes maduras. Para que los datos puedan utilizarse en cualquier momento y en tiempo real, se requiere una red capaz de conectar objetos entre sí y con plataformas de software. Muchos objetos como los relojes, televisión, auriculares, etc, funcionan en redes clásicas como bluetooth o wifi. Pero no todos los objetos necesitan estas redes de alta velocidad, intensivas en energía y económicamente costosas, diseñadas para transportar grandes volúmenes de datos.
Redes de baja velocidad
En 2009, la empresa Sigfox, con sede en Toulouse, Francia, creó una red de baja velocidad y, por lo tanto, una red de bajo coste para transportar pequeños volúmenes de datos. Si bien muchos operadores de telecomunicaciones han entrado desde entonces en el mercado, esta innovación tecnológica ha allanado el camino para innumerables casos de uso potencial para todo el ecosistema. Las startups fueron las primeras en entrar en el segmento ofreciendo objetos conectados, principalmente en el campo de smart city y smart home. Las inversiones masivas de gigantes industriales también están consolidando el ecosistema para la fabricación de objetos y, por lo tanto, la oferta.
Interconectados
Los objetos conectados sólo son valiosos si están interconectados, tanto con una plataforma de procesamiento de datos como con otros objetos. De nada sirve comprar una báscula conectada si sólo te da información sobre tu peso o tu masa grasa, la balanza debe estar conectada a su nevera, que le hará una sugerencia basada en la información proporcionada por su balanza.
Desde 2015, se han realizado inversiones para crear infraestructuras de nube que permiten utilizar todos los datos en la misma plataforma. Y por lo tanto, poder hacer que los objetos interactúen entre sí. Un verdadero valor añadido tanto para los consumidores como para las empresas.
Inteligencia artificial
No hay IO sin inteligencia artificial. Los actores de la ofrecen más servicios asociados al uso de objetos gracias a los logros de la inteligencia artificial. Los fabricantes miden los beneficios potenciales del mantenimiento predictivo, que permite anticipar las reparaciones y, por tanto, el coste de la intervención humana.
¿Cuando llega el futuro?
Aunque se ha anunciado como exponencial, el mercado de la IO ha sufrido un retraso en su puesta en marcha, especialmente en el caso de los productos de consumo. Quedan muchos obstáculos. En el público en general, los objetos también transmiten el temor a la invasión de la privacidad. Sin embargo, sobre este punto, la reciente adopción la ley de protección de datos de la Unión Europea es beneficiosa, ya que establece ciertos límites. De todas maneras uno de los obstáculos más importantes está relacionado con la seguridad informática de los objetos y la red contra ataques de hackers.
Capacidad tecnológica
Según recoge la revista Le Magit MIT, Steve Leibson, que se hace llamar «guía ocasional del Museo de Historia de la Computación», la extensión del espacio de direcciones nos permite «asignar una dirección IPv6 a cada átomo de la superficie de la Tierra, al tiempo que mantenemos suficientes direcciones en reserva para otros 100 planetas de la Tierra». En otras palabras, los humanos pueden asignar fácilmente una dirección IP a cada «objeto» de la Tierra. Además, el aumento del número de nodos inteligentes, así como de la cantidad de datos generados por estos nodos, crea nuevas preocupaciones en términos de confidencialidad, soberanía y seguridad de los datos.
Máquinas al servicio de la humanidad
Según Kevin Ashton, «el problema es que los humanos tienen tiempo, atención y precisión limitados. Esto significa que no son muy buenos para capturar datos sobre objetos del mundo real. Si tuviéramos ordenadores que supieran todo lo que hay que saber sobre los objetos -utilizando los datos que recopilan sin ayuda humana- podríamos identificar y contabilizarlo todo, reduciendo significativamente los residuos, las pérdidas y los costes. Entonces sabríamos cuándo hay que reemplazar, reparar o recuperar las cosas, y si todavía están frescas o han pasado su fecha de caducidad. »